Pilar Bardem, artista, te voy a decir unas cosas
Pilar, querida. De artista a artista. Porque yo, de siempre, he escuchado en mi casa lo artista que soy. Estoy muy enfadada contigo porque considero, sinceramente, que tienes mucho morro. Y te voy a explicar por qué. Como te digo, yo soy artista como tú. Además, mi artisteo es tan público como el tuyo porque esta columna se publica en un diario nacional. La diferencia que hay entre tu arte y el mío es que, para ver el tuyo, hay que pagar, para ver el mío, no. Podrás pensar que no tengo talento, e incluso, hasta tienes razón. Pero eso, como ya sabrás a estas alturas, no es importante para que te subvencionen. Ni siquiera para triunfar.
Igual hasta piensas que te tengo cochina envidia porque a ti el gobierno te subvenciona tu arte y a mí el mío, no. Y es probable que tengas razón. Porque, vamos a ver un cosa querida camarada. Tú crees en la igualdad con la misma fe con la que yo creo en Dios, ¿verdad? Pues eso, que no entiendo porque a ti el gobierno te tiene que dar pasta y a mí no. Y encima de que te da pasta, cuando voy al cine tengo que pagar. O sea, tú cobras dos veces. Muchacha, tú eres una artista, pero una artista de los negocios.
Publica hoy el diario La Razón que te has ido a Bruselas en tu calidad de presidenta de AISGE para reclamar la igualdad para los actores respecto de los músicos, ya que la Unión Europea tramita la ampliación de los derechos de las grabaciones musicales de 50 a 95 años. Y tú, como crees firmemente en la igualdad, reclamas para los actores lo mismo. O sea que además de seguir cobrando tú, quieres que lo hagan tus hijos, tus nietos y, si cuela, tus bisnietos. Lo dicho, eres una artista.
Pues querida, te voy a decir una cosa. Como idea, no deja de estar mal. Ahora bien, como esa pasta que reclamas sale de los impuestos que pagamos todos, pues te diré que no me parece bien. Esto es como lo de los nacionalismos, si consentimos un referéndum de independencia a unos, se lo consentimos a todos. Y no puede ser. Porque tú imagínate, cariño, que ahora todos los que consideran su trabajo un arte, reclamen esas subvenciones. Pues no, mujer, no hay dinero para tanto.
Imagínate un obrero de la construcción que considera que enyesa como los dioses y quiere que, además de lo que le paga el patrón, le subvencione el gobierno. O un alicatador, porque los alicatados son verdaderas obras de arte, ¿eh? Pues hija, sería la ruina. Empieza a hacer cuentas que de eso sabes un rato largo. ¿Y qué me dices de mi amigo Pedro, que es arquitecto? Hace unas casas monísimas, pues también se merece una subvención. ¿Y la costurera que me hace los arreglos de mi ropa? Tú no sabes lo artista que es.
En fin, Pilarica, hija, que artistas aquí somos todos. Pero ¿sabes qué? Que no todos tenemos la suerte que tienes tú de cobrar por nuestro arte ¡dos veces! ¡o tres que se me olvidaba el canon digital! Y lo cierto es que la sociedad es muy injusta y mientras tú berreas por tus derechos de ARTISTA, cada día seis mil personas al día, repito, al día, hacen cola en las oficinas del paro. Hazme un favor, coge la calculadora y calcula. Y si luego me dices que, aún así necesitáis subvencionar vuestro arte, entonces sí que te diré que eres una artista, pero de la cara dura y el morro. Bueno bonita, te dejo que voy a seguir currando porque yo no tengo a nadie que me subvencione. Más quisiera yo.copio y pego