sábado, 28 de abril de 2012

El pago, el copago, el repago y el requetepago de la SGAE Publicado el 27 abril 2012 por Matías Uribe

Un arquitecto diseña una casa, dirige su construcción, firma el fin de obra, cobra y sanseacabó, a otro tajo a ganarse el jornal. Un músico graba una canción, cobra los royalties convenidos con su empresa discográfica… y no sanseacabó. Puede sentarse tranquilamente en su sillón y mientras tanto, según la fortuna, forrarse hasta las orejas. Sale su canción en la radio, ¡clink!, suena la caja registradora; la tocan en una boda, ¡clink!, suena la caja registradora; se oye en una discoteca, ¡clink!, suena la caja registradora; se baila en una verbena, ¡clink!, suena la caja registradora; salta en una peluquería, ¡clink!, suena la caja registradora; aparece en una película, ¡clink!, suena la caja registradora; de nuevo en una discoteca, ¡clink!, suena la caja registradora; de nuevo en la radio, ¡clink!, suena la caja registradora; de nuevo en una discoteca, ¡clink!, suena la caja registradora, que el mismo músico sale a cantarla a un escenario, ¡clink!, suena la caja registradora… y así ad infinitum. Y menos mal que ya ha desaparecido el canon digital, que si no otro buen pellizco. Mientras el arquitecto ya debe andar por el quinto o sexto tajo, el músico puede seguir fumándose un puro bien arrellanado en su sillón mientras su cartera se infla de billetes. Esto son los derechos de autor, o sea, la SGAE, el pago, el copago, el repago y el requetepago por algo que ya se ha cobrado al principio, al grabar un disco. Desconozco un oficio de a pie donde se produzca esta ganancia viral tan cómoda. Perdón por la autocita, pero por ilustrar directamente el comentario: uno también es autor, escribió dos libros en su día, se me abonó lo estipulado y, sí, sanseacabó. ¿Por qué no lo mismo un músico cuando graba un disco? Trabajo hecho, trabajo pagado, como cualquier currito. Otra cosa es que luego alguien quiera tocar o grabar su canción: se pide permiso y punto.
Es algo absolutamente impresentable. La SGAE nació hace ya más de un siglo para defenderse los autores de los voraces intermediarios con los teatros y salas musicales, y cuando la música se ‘vendía’ a través de partituras y no de grabaciones. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, son otros tiempos, otros métodos y no digamos otras tecnologías. Pero lo más insólito es que la SGAE funcione como una agencia tributaria al margen del Estado, una agencia privada que recauda en radios, discográficas, peluquerías, discotecas, bares, bodas, bautizos, comuniones, fiestas patronales, tiendas informáticas y lo que se tercie, y que luego reparte en función de las veces que suenen las canciones de sus asociados. ¿Pero cómo se mide eso? Por mucho que digan que tienen un sistema afinado, es imposible hacerlo exactamente. En consecuencia, el reparto no puede ser nunca equitativo, imposible. En una ocasión, en su segunda visita a la ciudad, pregunté a un grupo sueco si había cobrado su correspondiente cuota de la SGAE por la primera vez que tocó en Zaragoza. La respuesta fue tajante: “¿Qué es eso? Ni una corona”. Saquen conclusiones.
Hoy ha ganado las elecciones para presidir este anacrónico ente un viejo conocido de la afición ochentera, Antón Reixa, antaño provocador, rebelde e inconformista, miembro de las Fuerzas Atroces del Noroeste y, llevado de su coña gallega, encandilado por Paloma Gómez Borrero, “la sex symbol más apetecible que ha lanzado TVE”, según me confesaba en 1986 en una entrevista, y hoy domeñado por la edad y el olvido musical. Asegura que va a desterrar la opulencia (la de Teddy) pero ya confiesa sin rubor que su sueldo, sin dedicación exclusiva, no ha de superar los 70.000 euros al año, lo cual es tanta opulencia como la del excanario, según se mire. Esa cantidad, desde luego, él no la cobrará hoy haciendo bolos o grabando discos porque ya no lo escucha ni el tato. ‘Galicia caníbal’ quedó en el trastero hace muchos años. ¡Qué casualidad, por cierto, que muchos de los que andan rondando un puesto en la casa o ya lo han ocupado son viejas glorias venidas a menos! Lo propio sería que quienes están en candelero fuesen los que -ellos o gestores suyos-, presidieran la entidad y vigilasen el reparto, porque a ver a estas alturas de tiempos qué le puede llegar a Reixa y correligionarios por sus derechos de autor si ya no dan palo al agua y sus canciones no se oyen ni en la verbena.
La SGAE es un puro anacronismo y a la vez una afrenta para el resto de gremios, desde arquitectos a carniceros, matriceros, periodistas, médicos, barberos, ferrallistas, tenderos, pensionistas, mediopensionistas… y todos los gremios de curritos habidos y por haber que cobran una sola vez por su trabajo y no ad infinitum. Su destino, el de la SGAE, no es el circo tan escandalosamente divertido que han montado algunos de sus miembros en estos últimos tiempos, con Teddy de cabeza de cartel, ni la refundación, como ahora dicen para tapar vergüenzas recientes, sino el cierre inmediato, ya, y su desaparición. Su existencia en estos tiempos no tiene explicación ni el más mínimo fundamento, por mucha normativa que aireen los que viven dentro del tenderete, esos voraces beneficiarios del cobro viral y del hasta hace poco ominoso canon digital. No tendrá bemoles Wert de atreverse.la voz de mi amo.copio y pego

viernes, 27 de abril de 2012

Antón Reixa: "En la SGAE, se acaba la pesadilla del pasado"

El escritor, cineasta y exlider de la banda musical Os Resentidos, Antón Reixa, capitanea la candidatura más votada en los comicios que ha celebrado la SGAE para elegir una nueva junta directiva. Opina que la principal tarea a la que se enfrenta la asociación es "restaurar el diálogo con la ciudadanía" y asegura que no sabe quién es Teddy Bautista. Su candidatura, Aunir, ha sido la más votada, pero no tiene mayoría. ¿Esperaba otro resultado? Todo el equipo de Aunir (Autores unidos por la refundación) tenemos la satisfacción de haber cumplido con el trabajo: hemos preparado un programa en solo unos meses y hemos empezado la SGAE del cambio. No hay vuelta atrás. Los 39 nuevos integrantes de la junta directiva somos el cambio, aquí empieza la SGAE del futuro y se acaba la pesadilla del pasado. ¿Como es esa SGAE que viene? Transparente y humilde con la ciudadanía, aunque también firme. Debe restaurar el diálogo con los consumidores, les debemos todo. Y queremos una asociación que contribuya a que Internet sea una ventaja para los autores y que no suponga el colapso de la empresa cultural. Además, debe ser discreta: una entidad de gestión no tiene por qué estar presente continuamente en los medios como si fuera un poder fáctico. Somos autores, no tenemos por qué ser ni omnipresentes ni tan picajosos. ¿Como planean recuperar a los ciudadanos? Sin prepotencia, con modestia. Algo habremos hecho mal cuando inspiramos tanta negatividad. Eso no ocurre con las entidades de gestión de otros países europeos. Tenemos que ser pedagógicos y explicar qué son los derechos de autor, es algo que la gente no tiene por qué conocer de primeras ¿Y qué más? La SGAE ha pecado de ostentación y eso ha perjudicado a su imagen. Los ciudadanos tienen que saber y tener la garantía de que su dinero se destina a liquidar los derechos de autor y no a sufragar oscuras iniciativas. Hay que eliminar la corrupción ¿Cuál es la primera tarea que van a acometer? La primera... trabajar y organizar una agenda competente. Además de restaurar el diálogo, hay que sentar los derechos de autor en Internet y parar la sangría que supone saldar la deuda de la red de teatros que fue pagada de forma irregular. La junta directiva aúna representantes de diferentes candidaturas. ¿Van a poder ponerse de acuerdo? Estamos en uno de los mejores escenarios posibles. Hubiera sido terrible encontrarse con una junta tremendamente fragmentada, con acuerdos imposibles; o una mayoría muy fuerte. La directiva que hemos formado se parece mucho a los socios de la SGAE: es diversa, nos va a obligar a un ejercicio de diálogo y acuerdo que es esencial para un tiempo de regeneración y cambio como el que estamos ¿Se ve ya como el sucesor de Teddy Bautista? No sé de quién me hablas. Le preguntaba si se ve como el nuevo presidente de la SGAE... Sí, si así lo decide la junta directiva. Aunir somos el equipo que ha logrado más representación en las elecciones. Además, tenemos una representación transversal interdisciplinar. Insistimos en que la SGAE no es solo una gestión de autores de teatro, o de músicos... sino una familia interdisciplinar. En nuestra candidatura hay gente de todos los sectores y eso nos legitima y nos permite realizar la gestión de la mejor forma posible.20 minutos.es
copio y pego

miércoles, 25 de abril de 2012

Los dos arquitectos preferidos de Teddy Bautista en Arteria se 'llevaron' 15 millones Africa Semprún | 23/04/2012 - 6:00

Durante los años que los arquitectos estuvieron al servicio de la SGAE y el proyecto Arteria cobraron 15 millones de euros: 5 millones para Santiago Fajardo, que ha denunciado a la entidad que gestiona los derechos de los autores por impagos de casi un millón de euros; y 10 millones para García Abril, hijo del compositor Antón García Abril que es miembro de honor de la junta de SGAE y forma parte del patronato de Fundación Autor. "Todavía quedan algunas liquidaciones por pagar a Antón García Abril, por lo que la cifra puede aumentar", explican fuentes cercanas a la entidad gestora. Según la auditoría publicada por Ernst & Young ambos arquitectos tenían "plena confianza con Bautista" y fueron elegidos personalmente por el mismo "sin mediar nunca concurso público" por lo que el grueso de los proyectos se concentró en sus manos. Fajardo se encargó de la reforma del Palacio de Longoria, la sede de la SGAE de Valencia, el proyecto del Palacio del Infante Don Luis (Boadilla), el Teatro Fleta (Zaragoza) y la sede de Argentina. A su vez, desarrolló el proyecto de Al-Andalus, por el que todavía le deben dinero, según ha denunciado, el teatro Campos Elíseos y la reforma de la Sala Berlanga. Por su parte, Antón García realizó el proyecto de la Torre de Berklee en Valencia, el Teatro Cervantes de México y los centros Noroeste y Bogotá. En el caso de los proyectos abortados, fundamentalmente el Teatro de Zaragoza (1,4 millones), la Torre de Valencia (2,7 millones) y el Palacio de Boadilla del Monte (2,7 millones), una parte importante de la inversión se destinó a pagar los honorarios de los dos arquitectos. Por estos proyecto Fajardo reclama pagos por 740.869 euros y por la sede de Buenos Aires 190.000.el Economista.es.copio y pego