Bueno, pues ayer celebramos la jornada anti$GAE en Barcelona, promovida por Albedrío, movimiento que aspira a ser, según me pareció entender, no tanto una organización, ni una federación, ni cosa por el estilo, sino una especie de marca de fábrica, una franquicia libre, nunca mejor dicho y qué bien suena… La jornada no estuvo nada mal, por cierto, aunque eso ya era previsible. Y no es que fuera previsible porque todo lo que se organice contra la $GAE ha de ser bueno por definición, sino que realmente fue muy interesante porque se produjo un cruce de información importante, de gran volumen. Todos aprendimos ayer y todos aprendimos, además, mucho. Y, además, supimos de varias existencias que ignorábamos: la lucha, ya larga, está empezando a dar ya algunos frutos y promete un futuro apasionante. Duro, largo, desde luego, pero apasionante.
No voy a describir una por una todas las intervenciones porque eso sería largo y prolijo, ya digo que el volumen de información que se cruzó fue muy grande.
Ani López «Defunkid» (LaMundial.net) y Lluís Cabrera
Supimos, de entrada, que hay varios frentes abiertos, que se añaden a la guerra del canon: las escuelas de música, a las que la $GAE pretende arruinar a beneficio de la obra faraónica y ciclópea que está levantando en Valencia; el movimiento, en el propio seno de la hidra, de contestación, apenas incipiente, atenazado por aquello del miedo por omisión, por el terror a fantasmas inexistentes (¿por qué qué va a tener miedo de la $GAE un autor al que la $GAE remunera con 50 o 100 euros anuales y a muchísimos incluso menos?); la sensación entre el común de sus propios socios es que la gestión de la $GAE es desatrosa y, a este respecto, ya hubo un cirio generalizado hace dos o tres años -si no recuerdo mal lo que se dijo ayer- a raíz de lo que parece ser una quiebra técnica de la Mutualidad; la rebelión de la hostelería andaluza contra el canon, también incipiente pero creciente y que, por cierto, es signataria también de la denuncia contra la $GAE que cuatro asociaciones han presentado esta semana (AI, AUI, APEMIT y VACHE).
Un aspecto de la sala
La asistencia fue más que aceptable. El acto fue largo (duró la jornada entera y aún se prolongó durante una hora más de lo previsto) y hubo una buena cantidad de personal circulante, lo que impide concretar cifras, pero en varios momentos del día hubo gente de pie en la sala.
Evidentemente, estamos lejos aún de llenar plazas de toros. Digo «aún», o sea, es solamente cuestión de tiempo; de futuro, sí, pero quizá no tan lejano como a algunos les gustaría. Porque las cosas evolucionan bien. La mayoría de los proyectos están en fase de cuadros -pero hasta ahí ya han llegado- y van evolucionando pero, lo que es más importante, hay proyectos nuevos, todo lo incipientes que es de comprender, pero hay alumbramientos incesantes. Hoy ya se puede decir -yo creo que ya se podía decir antes, pero ahora es ya incuestionable- que la $GAE puede aún ganar batallas, quizá unas cuantas y quizá alguna que otra importante, pero la guerra ya no. De esta guerra va a salir derrotada, con toda seguridad. El Bautista y el resto de su gremio tienen el tiempo contado: en meses o, más seguramente, en años. Pero no muchos años. Andando el tiempo, otras personas, otras sensibilidades, otras inteligencias, otras éticas gobernarán la SGAE (ahora sí, escrita con «S») y harán posible -y lograrán- no un acuerdo sino un abrazo entre la ciudadanía y los creadores, terminando así una guerra que nunca debió acontecer y que provocaron, como siempre, los zánganos y las rémoras, no los que verdaderamente trabajan y adoran la música, la literatura y, en fin, las artes.
Ana María Méndez (Traxtore-APEMIT)
Pero la jornada de ayer fue mucho más que una jornada de reflexión, de estudio y de intercambio: la jornada de ayer marcará un principio; no, mejor dicho: marcará muchos principios. De la jornada de ayer derivarán muchas colaboraciones, mucho trabajo en común, muchas estrategias conjuntas, muchas convocatorias unitarias. Y no sólo en Barcelona: en toda España.
Decía Clausewitz que a los aliados no los elige uno sino que se los impone el enemigo. En su virtud, gracias, $GAE, por imponerme la compañía de gente tan estupenda; gracias, Bautista, por obligarnos a tener unos aliados con los que es un placer trabajar y un privilegio compartir ilusiones, ansias y objetivos.
Somos cada vez más, cada vez mejores, y vosotros, apropiacionistas, vais camino de la fosa séptica.